Mi cerebro hecho trizas,
reventado por doce horas de televisión continuas.
Entonces, pienso
que todo esto ya lo había soñado.
Y desde este sillón
la sed de sangre me invade,
cuando la estática se apodera de la pantalla.
Mi cabrona entra
de golpe, mentando madres
y dice: "le tuve que hacer un buen trabajo, pero me soltó dos papeles"
Su mejilla aún está pegajosa
y su boca huele a pescado.
La miro de arriba abajo,
yo no daría más que uno, y tal vez dos cigarros,
pero de los baratos.
Autor: Francisco Castañeda Rojano
miércoles, 23 de mayo de 2007
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